Teatro: El encuentro de Descartes con Pascal joven

Podemos asistir el próximo jueves 19 a la representación de esta obra del dramaturgo francés Jean-Claude Brisville en el Teatro Español. La obra es una fabulación del autor sobre la conversación que debieron mantener los dos filósofos en su único encuentro, el 24 de septiembre de 1647.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Después de ver este encuentro, y como Descartes, en un duermevela, esto fue lo que mi cabeza elucubró.
No me deja de maravillar las posibilidades que tienen cinco elementos, sujetos a múltiples variaciones combinados entre sí. Y me estoy refiriendo a nuestro rostro, cabello, ojos, nariz y boca. Millones de caras diferentes compuestas por las mismas piezas. Su diversidad me asombra.

Porque todo lo que no es Matemáticas me inquieta, me hace precipitarme hacia la perenne dicotomía. La certeza de los números se me asemeja a la tierra, a su firme y seguro dominio. En mi mundo, que todo es mudable y nada definitivo, el saber que algo es así por los siglos y los siglos, me reconforta y me abstrae de mi inquietud. Y ya que mis sentimientos son imágenes diré que las Matemáticas se me aparecen como una esfera magnifica y magistral. Que de su simpleza emerge la perfección y la grandeza. Un volumen envolvente de quietud. Una fórmula perfecta, compacta y sin fisuras.

En cambio los sentimientos los visualizo como el reflejo de un rostro en un lago, que apenas uno se mira se distorsiona, se cambia, se transforma, desaparece y vuelve a emerger. Agua son, ese es su elemento, que apenas los vislumbran se tornan en otra cosa. Y somos el ochenta por ciento de agua, de agua tornadiza y encabritada, de agua cálida y callada, de agua gélida y malencarada. Siempre la misma pero nunca igual. Y esa marejada que nos inunda por dentro no nos deja percibir la certeza de nada. Sólo las Matemáticas me traen la paz.

Y ya que el Hombre busca la perfección, y la creación es perfección, no es la ciencia la manera de alcanzarla. La demostración de una certeza es un escalón para llegar a la perfección. Saber y poder demostrar que algo es perfecto es una satisfacción para nuestra incertidumbre.

Y si la cara es el espejo del alma, y es el reflejo de esa marejada que nos inunda, ¿no somos distintas almas sujetas a múltiples variaciones combinadas entre sí?

Esas caras que fuimos y que ya no somos, esas caras que seremos y que aún no conocemos, esas cara que vimos y no pudimos reconocer, esas caras que conocemos pero desconocemos, esas caras que nos amaron y no recordamos, esas caras que nos miran pero que no nos ven, esas caras que soñamos y que nos emocionaron. Esas caras misteriosas, esas caras engañosas, esas caras maravillosas y esas bonitas caras.

Caras y almas juntas, adéntrate y escarba.

 
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